Francisco de Asís, "Un hombre nuevo para una sociedad nueva"
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Crevillent, cuenta con tres Patrones, la Virgen del Rosario, San Francisco de Asís y San Cayetano de Thiene. Tres Patrones a los que cada año, los crevillentinos en mayor o menor número, honramos con una gran variedad de actos tantos religiosos como lúdicos.

CREVILLENTE EN SU ARCHIVO ATESORA

La devoción a la Virgen del Rosario, llega a Crevillent de la mano de la Orden de los Dominicos del Convento y Universidad de Orihuela, lo que hoy es el Colegio Diocesano Santo Domingo.

De la mano de los Dominicos, la devoción a la Virgen del Rosario, se extendió por diferentes poblaciones cercanas como Albatera, Rafal, Guardamar o Petrer, que al igual que Crevillent también la acogieron como Patrona. 

Según consta en el “Compendio Histórico Oriolano” del historiador José Montesinos, escrito entre los últimos años del s XVIII y primeros del XIX, “el cinco de diciembre de 1610 -segundo domingo de Adviento-, se constituía la Cofradía de la Virgen del Rosario de la Aurora”. 

404 años después de su fundación, la Cofradía no ha cedido en su empeño de mantener viva la devoción a la Virgen del Rosario. Prueba de ello, es que es la única de todas las poblaciones que cuentan con esta tradición,  que todos los domingos del año, se reúne a las siete de la mañana para recorrer el corto trayecto que separa la Ermita de La Purísima de la Parroquia de Nuestra Señora de Belén, cantando y rezando el Rosario y asistir a la celebración de la Santa Misa. 

En octubre, mes del Rosario, por excelencia y el primer domingo después de Reyes, -Festividad de la Virgen de la Aurora-  el Despertino, a las seis de la mañana, cantado estrofas como:

 

“ Un devoto por el ir al Rosario por una ventana se quiso arrojar

   Y la Virgen María le dijo, detente devoto y por la puerta sal”

 

convoca a los auroros, al Rosario, que se inicia una hora después.

También, se canta en el Despertino, una estrofa, que recuerda la tradición de rezar y cantar el Rosario en la localidad.

 

"Crevillente en su archivo atesora para honor y gloria de su tradición, 

    El cantar cuando nace la aurora el Santo Rosario de su devoción”

 

Si bien es cierto, que el Rosario de octubre y enero cuenta con una gran afluencia de público, el rescatar la devoción a la Patrona, ha sido un trabajo arduo y costoso que inició a mediados de la década de los ochenta el que fuera párroco de Nuestra Señora de Belén, el rvdo Juan Roselló y que ha continuado la Cofradía, estableciendo un programa fijo de actividades, que por ahora está contando con la aceptación y participación de los crevillentinos.

 

EL 7 D´AGOST SANT GAITANO

Por lo que respecta a San Cayetano, considerado como el “Copatrón de la Villa”, es conveniente destacar que Crevillent, fue uno de los primeros pueblos que honró su memoria tras su canonización en 1671. Por aquel año, se encontraba en Roma la Duquesa de Arcos, marquesa de Elche y señora de Crevillent, quien ordenó la construcción de una ermita en los terrenos de la dehesa que poseía en la sierra.

San Cayetano nació en 1480 en el seno de una ilustre familia de la nobleza de Vicenza, Tras doctorarse en Derecho Canónico y Civil, Se ordena sacerdote, basando su ministerio en el Evangelio de San Mateo:  “Si Dios, cuida con solicitud amorosa de las aves del cielo y de las flores del campo, con cuanto más cariño cuidará también de cada uno de nosotros, si confiamos en Él “.

Ello le llevó a fundar junto a tres compañeros, la Orden de los Clérigos Regulares Teatinos. Al mismo tiempo, adoptó una opción preferencial por los pobres y necesitados, lo que hizo que un día un familiar le recriminase su modestia al vestir y su trato preferencial con los pobres, a lo que San Cayetano respondió:  “Es cierto que somos caballeros de cuna; pero somos cristianos por gracia, También es cierto que nuestra cuna nos obliga a las pompas del mundo, pero nuestro bautismo nos exige no desmentir la humildad del Calvario”.

De acuerdo con estos datos, el profesor Cayetano Mas Galvañ, comenta en uno de sus trabajos:  “la ermita y la devoción, caminaron juntas en nuestro pueblo desde su origen, y, habrían sido introducidas nada menos que por la señora feudal de Crevillent”. 

Entre canonización y construcción de la ermita transcurrieron unos veinticinco años. El que fuera cronista oficial de la Villa, Anselmo Mas Espinosa, escribía en la revista “Crevillente Semana Santa”:  “la devoción a San Cayetano fue creciendo a raíz de librarse la población en 1696 de una plaga de gusanos”.

Veinticinco años transcurrieron entre su canonización e inicio de su devoción entre los crevillentinos. Si tenemos en cuenta que en aquella época no había ni radio, ni televisión ni Internet, la noticia de su canonización se extendió con gran rapidez. 

La fiesta fue ganando auge y prestigio no sólo en Crevillent sino en poblaciones limítrofes. Sólo el traslado de las vacaciones estivales de julio a agosto, terminó con una gran feria pero no con una gran devoción,  que a día de hoy sigue muy presente entre los crevillentinos, como lo demuestra el hecho de que cada siete de agosto, a las ocho de la mañana, sea laborable, sábado o domingo,  la Parroquia que lo tiene como titular,  resulta insuficiente para acoger a cuantos acuden dejando incluso sus lugares de veraneo,  para participar en la Misa y Procesión, cuyo final se espera con impaciencia para despojar al santo de la alhábega que lo adorna. 

 

EL GRAN OLVIDADO

Nos centramos ya en la figura de San Francisco de Asís, considerado como el Patrón oficial de Crevillent y de la Asociación de Fiestas de Moros y Cristianos, a quien hay que agradecerle que en el origen de la "FESTA", adoptaran el acuerdo de dedicarla a su memoria. 

Hasta ese año, San Francisco  era el gran olvidado de las autoridades religiosas y civiles, pese a su patronazgo oficial, que se remonta según las investigaciones de  José Montesinos, Salvador Puig, Cayetano Mas, Bibiana Candela y Mari Carmen Asensio, o Mª Luisa Gil, a 1609 al coincidir la expulsión de los moriscos que habitaban en el municipio con el 4 de octubre, día en que se celebra la festividad del “poverello” de Asís. Expulsión que se llevó a cabo sin derramamiento de sangre.

Un acontecimiento histórico, del que la tradición oral o escrita ha ido contándonos diferentes historias o cuentos, como la recogida por el rvdo Juan García Martínez, Canónigo de la Catedral de Tudela, en su libro “Retablos Crevillentinos”, escrito en 1937. O el cuento recogido por Ximo Caturla y narrado por la Mantenedora del Acto de Proclamación de Capitanes y Bellezas del pasado año, la profesora Conxa Guilabert, quien en su discurso describe un acontecimiento “ocurrido hace muchos años, estando los moros acampados en la Cruz de Ruiza, donde esperaban el momento de atacar el castillo de Crevillent. Un hombre vestido de franciscano, se les acercó y les preguntó sobre sus intenciones, a lo que estos respondieron que venían a tomar el castillo y a terminar con todos los cristianos.

A lo que le fraile les alertó de una gran epidemia de peste, que provocaba la muerte instantánea a todo el que se contagiaba. Por si no se fiaban de su noticia, el fraile, invitó al Ra´is,  a comprobarlo por ellos mismos, a lo que accedió, enviando a uno de sus hombres con el fraile que lo llevó por calles desiertas en las que se escuchaban grandes lamentos. El moro aterrorizado ratificó al Ra´is la veracidad de la información dada por el fraile, por lo que huyeron despavoridos.

A la mañana siguiente, los soldados cristianos capturaron al moró que acompañó al fraile y le preguntaron  porque no entraron al pueblo, a lo que este narró lo sucedido y el aviso del fraile. Cuando señaló el moro la figura del fraile que estaba reflejada en un mosaico que había en una casa muy grande junto a la Cruz de Ruiza, se dieron cuenta de que era San Francisco, el que les había salvado de la invasión de los moros”.

Como ven acontecimientos históricos, hechos milagrosos, que vienen a reforzar los argumentos de porqué San Francisco de Asís, es Patrón de Crevillent y el porqué los crevillentinos, según narra el Canónigo, Juan Candela,  le dedicaron por aquel entonces,  la calle principal de la Villa.

Por su parte, Montesinos, cuando describe la antigua Iglesia Parroquial, sitúa la Capilla de San Francisco, "en el lado del Evangelio, junto a la Capilla de San Miguel y la de Nuestra Señora del Carmen, junto a la cual se encuentra la puerta principal de la Iglesia, que mira hacia Poniente. 

En esta misma capilla, sigue diciendo Montesinos, se fundó canónicamente la Seráfica Venerable Orden Tercera de Penitencia, bajo la dirección de los Padres Menores Descalzos de la Villa de Elche. Su altar para los Hermanos Terceros, es privilegiado por los Pontífices Benedicto XIII y Clemente XIV".

En la actualidad, la Orden Tercera en Crevillent no está vigente y la Capilla de San Francisco, está situada en un lugar privilegiado de la nave central del nuevo templo, frente a la Patrona la Virgen de Rosario.

 

UNA SOCIEDAD NUEVA

Pero ¿Quien es San Francisco de Asís? ¿Qué hizo?  ¿Qué méritos realizó para alcanzar la santidad 932 años después de su muerte?, ¿ podemos considerar a San Francisco, un santo actual?.  Para mi, honestamente a tenor de los hechos y acontecimientos que vivió puedo afirmar que sí.

Giovanni di Pietro Bernardone, como así se llamaba, San Francisco, nace según las crónicas a finales de 1182, en el seno de una familia importante de la burguesía de Asís. Su padre era un rico comerciante de telas que viajaba mucho a Francia. Viajes a los que en varias ocasiones se sumó el joven Giovanni, por lo que es posible que de ahí le viniese el apodo de “Francesco” que en italiano significa “francés”.

Por aquella época, según narra Eloi Lecrec, en su libro “Un hombre nuevo para una sociedad nueva”,  se estaba produciendo el cambio de sociedad, tras cuatro siglos de un régimen feudal, en el que la masa del pueblo, esencialmente la rural, hallaba su subsistencia y su seguridad, en la subordinación a un señor cuyas tierras explotaba y al que hacía juramento de fidelidad económica y social. 

En ese ambiente, las personas y mercancías circulan libremente de un país a otro, lo que trae nuevas ideas, nuevas formas de pensar y nuevas relaciones sociales, que propician el cambio a una sociedad urbana con una forma de relacionarse totalmente distintas a lo que se estaba acostumbrado. 

El despertar comercial, de los siglos XI y XII, narra Eloi Lecrec, está estrechamente ligado al nacimiento o renacimiento de las ciudades. “Por obra y gracia de los comerciantes, algunas de las antiguas y viejas ciudades cobran su vigor y al mismo tiempo nacen otras nuevas, que se convertirán en centros cada vez más importantes por su numerosa población. Su actividad económica, dominada por los comerciantes constituye una verdadera revolución en la vieja sociedad feudal y rural”.

En medio de gentes que viven de la tierra y que permanecen ligadas a un trabajo regular y estable, el mundo de los comerciantes choca a la vez por su movilidad, por su actividad libre,  por su espíritu de lucro y de empresa, y sobre todo por la circulación del dinero, que iba a cambiar la vida de los hombres. 

Además, la explotación de nuevas minas de oro y plata permitirá acuñar grandes cantidades de monedas. El símbolo de la riqueza ya no es la tierra sino, el dinero. Aparecen los bancos y los comerciantes, para evitar falsificaciones de dinero, se ven obligados a recurrir a cambistas y prestamistas para regular los pagos. Desaparece el señor feudal para dar paso al señor dinero, que irrumpe con fuerza en la nueva sociedad.  ¿A qué todo esto les suena verdad?.

En nuestros días estamos viendo y viviendo como por el contrario de lo que sucedía en tiempos de San Francisco, no se crean empresas y tampoco circula el dinero de tal forma que permita la creación de empleo.

De hecho, podemos constatar como se ha ido acrecentando el fenómeno de la emigración.  Como millones de personas dejan sus países en busca de un futuro mejor. Hasta familiares y amigos nuestros, al igual que en las décadas de los cincuenta y sesenta del pasado siglo, se han visto abocados a viajar a otros países en busca de un trabajo, de una salida laboral estable que aquí en España a día de hoy resulta imposible conseguir.   

Sin embargo, vemos como la banca y los grandes lobbys financieros a pesar de la mala gestión y desmanes realizada por sus responsables, reciben todo tipo de ayuda de los Gobiernos de turno, mientras que a los ciudadanos de a pie se nos cuelgan pesados fardos en forma de recortes de prestaciones y servicios, de congelación salarial.  Los ricos son más ricos y los pobres más pobres, al tiempo que aparecen otros nuevos tras haber perdido sus empleos.

La parte positiva del cambio de sociedad, fue la libertad de las ciudades para administrarse ellas mismas y la libertad de circulación de los bienes y de las personas, al no estar atados a una tierra, al tiempo que se acentúa cierta igualdad en las relaciones humanas. 

 

UN JOVEN ALEGRE, LIDER Y CON CARACTER

En ese mundo de cambio creció el joven Giovanni di Pietro. Pero no crean que su juventud estuvo marcada por la oración y el recogimiento. No. El joven Francesco, según Eloi Lecrec, no es consciente de los acontecimientos que está viviendo la sociedad de su tiempo. Es un joven que crece bajo el signo de una sociedad más libre y hace gala de un profundo deseo de vivir. 

Pronto se muestra como un hábil comerciante, por lo que teniendo en cuenta que se perfilaba como el heredero del negocio familiar, recibe el encargo de aprender a leer y escribir. Junto a su habilidad comercial, el joven hijo del comerciante de telas, de la misma forma que gana dinero se lo gasta en fiestas. Pronto se convierte en el líder de los jóvenes burgueses que van de fiesta en fiesta, siendo Francisco  “su gran animador”.  Un joven al que le gustaba presumir y ser el centro de atención. Un joven con una gran ambición y deseo de llegar a la cumbre de una casta influyente.

Como ven, un joven dotado para los negocios, con carácter y madera de líder, amante del arte del buen comer, mejor beber y de un mejor disfrutar. Pero al mismo tiempo, era  poseedor de una gran sensibilidad para las melodías francesas que le conquistaron en sus viajes a Francia y, sobre todo, por  la belleza de la naturaleza que le cautivaba y de las cosas.

Es también un joven preocupado por los acontecimientos bélicos que enfrentan a Asís con la vecina Perugia, a la que la burguesía assisani, quería arrebatar la hegemonía económica y suprimir los impuestos que impiden prosperar mas a sus negocios.

En 1202, estalla la guerra entre ambas ciudades, Francisco se enrola en las milicias. Es detenido. Pasa un año cautivo. A su vuelta con deseo de incorporarse de nuevo a las tropas de su ciudad, cae enfermo. Y es en ese momento, cuando algo empieza a moverse en el interior del joven idealista.

Cuantos de nuestros jóvenes no viven hoy con el firme deseo de luchar por conseguir una sociedad más justa, sin diferencias sociales, sin desigualdades. Vemos todos los movimientos que se organizan y que marchan reivindicando cambios en los que las personas estén por encima de los intereses económicos, que al fin y al cabo es como debe ser.  Jóvenes que piden cambios en el ejercicio de la política. Que la política, sea de verdad un servicio al pueblo y no un servirse del pueblo. 

Como ven, lo que estamos viviendo en estos días no es nada nuevo. Es algo que se viene repitiendo desde que el mundo es mundo y lo que pone de manifiesto que el hombre, sigue siendo el animal que tropieza no dos sino mil veces con la misma piedra. Algo, que nos debería preocupar, porque el ser humano está dotado de razón y la razón debería llevarnos a obrar el bien y justicia. 

 

UN SOPLO DEL EVANGELIO

Dentro de ese contexto social, rico en aspiraciones y lleno de contradicciones humanas dentro de la propia Iglesia  –si por Iglesia entendemos a la alta jerarquía y a una parte importante del clero de a pie, sin olvidar la vida monacal de la época- , emerge la figura de Francisco de Asís. 

Durante esos meses de cautividad y de enfermedad a los que anteriormente hacia referencia, Francisco, experimenta un cambio interior que se manifiesta públicamente en Spoleto, cuando se dirigía a unirse al caballero Gualterio de Brienne, famoso por sus victorias al frente del ejército pontificio que luchaba contra los ejércitos imperiales del sur del país.

En Spoleto una voz interior según cuenta Eloi Lecrec, le interpela y le ordena volver a Asís. Ante el asombro de todos, Francisco regresa.  Este fue el final de una vida de fiestas y batallas que comenzó a fraguarse en la cautividad y en la enfermedad.

Acerca de esta transformación interior, Tomás de Celano, escribe que Francisco,  fue anhelando aquellos deseos de “volver a encontrarse con la luz de los árboles, prados y flores, mientras paseaba entre pastos, bosques y viñas”.

Mientras tanto, camino de Puille, el caballero Francisco se encuentra con un pobre, al instante según cuentan diferentes autores, se dio cuenta de que su lujo humillaba a un caballero auténtico, por lo que se despojó de su lujoso traje y se lo entrego al mendigo.

Francisco, narran las crónicas, en ese encuentro experimentó el drama de las relaciones humanas en la nueva sociedad que estaba naciendo. 

Pero el cambio, no iba a ser definitivo, Días después de su regreso a Asís, sus amigos le invitan a una fiesta con el propósito de recuperar las “buenas costumbres”. Francisco acepta y decide organizar él mismo el banquete. Por la noche, mientras la alegre comitiva regresaba después de haberlo pasado no bien sino muy bien, Francisco, se quedó clavado en el suelo. Para Tomás de Celano “La dulzura de Dios le había invadido”, lo que le lleva a mantenerse alejado del mundo y de los negocios.

El desencanto ante todo lo vivido, le abre los ojos. La nueva sociedad que estaba emergiendo tampoco era la solución a los problemas del hombre. Francisco se da cuenta de ello, de la misma forma que se da cuenta de que crece su sed de Dios. 

El momento culminante de esta transformación es el encuentro con los enfermos de lepra .A Francisco le repugnaba la presencia de los leprosos e incluso se tapaba la nariz cuando los veía venir a distancia. Sin embargo, tras su encuentro personal con un enfermo al que llegó incluso a besar, se acerca a la leprosería y los cuida, El cambio de vida es total,  Ha nacido el nuevo Francisco. 

 

"DON DINERO" DUEÑO Y SEÑOR DE LA NUEVA SOCIEDAD

El nuevo Francisco va a descubrir la pobreza en sus  dos vertientes. Desde su condición de rico benefactor, estando de peregrinación en Roma a la tumba de los Apóstoles, reparte su dinero entre los pobres, pero su satisfacción no fue total hasta que llevado por un impulso, cambió sus ricos vestidos por los de un mendigo. Con la ropa sucia y harapienta, se mezcla entre la gente y es ahí donde descubre, que no sólo los pobres sufren marginación y humillación, sino que también la padece el pueblo que trabaja en los talleres. Es entonces cuando ve la cruda realidad de la nueva sociedad emergente. 

La nueva sociedad si bien es cierto que aporta libertad a las personas, también es verdad que las esclaviza a su nuevo dueño “el dinero”. ¿ Les suena, verdad?.  La historia no ha cambiado. En nuestros días, queramos o no, todo depende del dinero. De hecho, hemos visto como se desahucia a familias que no pueden pagar su hipoteca para que el piso se quede vacío y cerrado en manos de los bancos, a los que precisamente se ha rescatado con el dinero de nuestros impuestos y, que por cierto, en la mayoría de las veces, por no pagar no pagan ni la comunidad de vecinos. 

Francisco, experimentó en sus propias carnes la incomprensión de su propio padre, quien no ponía objeciones al dinero que dilapidaba en fiestas y juergas. Pietro Bernardone, montó en cólera cuando descubrió el dinero que su hijo,  destinó a la restauración de la ermita de San Damián. Dinero conseguido por la venta de piezas de paño de escarlata y cuyo importe, Bernardone, quería  recuperar a toda costa. Para ello, no dudo en llevar a Francisco ante el tribunal del Obispo, quien le hizo saber que no se podía destinar a un uso sagrado, dinero mal adquirido. Francisco, no puso objeción alguna a la recomendación del Obispo de restituir el dinero invertido. Y acto seguido, se desnudó por completo, arrojó sus vestidos al suelo, rompió con su padre y cubierto con el manto que le dio el Obispo, fue a refugiarse junto a la ermita de San Damián. 

 

EL EVANGELIO DE LOS POBRES

Francisco, tenía clara su opción preferencial por los pobres y desheredados de la tierra. Pero la ratificación plena la tuvo tras escuchar el Evangelio de San Mateo, en el que Jesús envía a sus discípulos con estas palabras “Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca…No llevéis oro, ni plata, ni dinero en vuestros cintos, ni zurrón para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias ni bastón” ( Mt 10, 7-9-10).

Este Evangelio fue la respuesta a su espera. Francisco, descubre que el encargo de reparar la casa de Dios, que le había hecho el Crucificado de San Damián, no se refería a la ermita, sino a la propia Iglesia, aferrada a los poderes temporales de la tierra.

Prueba de ello, está en el testimonio del Cardenal Jacques de Vitry, quien tras pasar una semana en la curia romana, manifestaba que “la preocupación  por lo que atañe a los Reyes y a los Estados es tan grande, que apenas se pueden abordar cuestiones religiosas.” De este ambiente, también se contagian las propias órdenes monacales.

Pero ello no quiere decir que en los primeros años del S. XIII todo fuese corrupción en el seno de la Iglesia. Junto a mucha mediocridad, también hay ejemplos de auténtica santidad y sublime devoción.

Por lo que respecta al pueblo, si bien es cierto que existe un profundo malestar contra la jerarquía, contra el clero y las órdenes religiosas, por su apegó al dinero y a los poderes terrenales, también es verdad que comienzan a aparecer pequeñas comunidades de base, que como respuesta a esta actitud de la jerarquía eclesial, apuestan por una Iglesia, sencilla y pobre acorde con el Evangelio.

Esa es la Iglesia que los creyentes queremos, una Iglesia cercana a los pobres y necesitados, La Iglesia que fundó Jesucristo y de la que se enamoró Francisco de Así

En nuestros días, el Papa Francisco, quien toma su nombre del propio poverello de Asís, explicaba con estas palabras el porqué de su elección. 

Durante las votaciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el Clero, el cardenal Claudio Hummes un gran amigo. “Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba”.

“Cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: ‘No te olvides de los pobres’. “Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres. De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos”.

El Santo Padre señaló que "Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís".

"Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento. También nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena,  Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre".

"¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres!".

 

LA IGLESIA DE LOS POBRES

Esa Iglesia de los pobres a la que hacía referencia el Papa Francisco, es la que quería el propio Francisco de Asís. De hecho, rompe con el sistema político-religioso de su tiempo. El de los señoríos eclesiásticos y los “beneficios” y vuelve a descubrir el Evangelio como movimiento de Dios hacia los hombres. Es en ese momento según Eloi Lecrec, cuando Francisco de Asís, redescubre la misión.

Una misión que Francisco y aquellos que le siguen, asumirán desde la pobreza y la humildad. Una pobreza que le lleva hasta el extremo de prohibir a los hermanos recibir monedas de oro o calderilla. Sólo admitiría excepciones, en caso de un hermano enfermo. 

Este es el punto central que llevó al Cardenal Juan de San Pablo a defender ante Inocencio III con una argumento sencillo pero de peso,  la aprobación de la nueva orden: “No podemos rechazar la solicitud de este pobre, sin oponernos al Evangelio mismo”. Después de reflexionar, el Papa daba su asentimiento.

A partir de ese momento, los hermanos, viven esa pobreza de anunciadores itinerantes del Evangelio y de mendigos, en estrecha relación con Cristo.

Eloi Lecrec, cuenta una anécdota sucedida en Erfrt (Alemania) hasta donde habían llegado los primeros hermanos franciscanos. Los burgueses de la ciudad, les proponen la construcción de un monasterio,  a lo que el hermano Jourdain de Giano, que no había visto nunca un monasterio en la Orden, responde: “No se lo que es un monasterio, pero basta con que construyáis una choza cerca del río, para poder bajar a lavarnos los pies”.

Además, los hermanos tienen muy presente las recomendaciones de Francisco: “para vivir, tienen que trabajar como empleados de la gente de la región por la que pasan o recurrir a la limosna”.

Hoy en día esa humildad y ese desprendimiento por el Evangelio y por los más necesitados, nos la ofrecen dentro de la Iglesia los misioneros y misioneras no solo ordenados o consagrados, sino también laicos, seglares, que lo dejan todo por anunciar el Evangelio de los Pobres, en los lugares más recónditos del mundo.

Pero no sólo esta labor está en tierra de misión. En nuestros pueblos y ciudades de esta España del “Primer Mundo”, son muchas las personas que movidas por su fe en Jesucristo, dedican horas y horas, no sólo a Cáritas, que a día de hoy es la  expresión de ayuda a los pobres y necesitados más conocida de la Iglesia, sino también, visitando a los presos en las cárceles, atendiendo a enfermos de sida, a personas sin familia con enfermedades terminales o discapacitados psíquicos solos y sin recursos.  Todo esta labor y otra mucha que sería muy larga de enumerar, no se si por suerte o por desgracia, no sólo no abre las portadas de los periódicos y de los telediarios, sino que suele ser silenciada por los grandes medios de comunicación. Pero a pesar de ello, nunca faltan obreros, para trabajar en esta importante parcela de la “mies del Señor”. 

Este es el espíritu del Evangelio de los Pobres, que tanto impactó y transformo la vida de Francisco. Esa es la vivencia del Evangelio que a día de hoy sigue cautivando a muchas personas jóvenes y mayores, que quieren seguir el modo y estilo de vida de Francisco de Asís. 

Ese es el espíritu que el Papa Francisco quiere para sus sacerdotes y así lo manifestaba en su primera Misa Crismal como Obispo de Roma, cuando les pidió que fueran “pastores con olor oveja” y les mandó ir “a las periferias donde hay sufrimiento”. 

El Papa, al igual que San Francisco, es consciente del acomodamiento en el que se han instalado algunos sectores de la Iglesia, por eso en su exhortación "Gaudium Evangelii", manifiesta: “Prefiero una Iglesia  accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.”

 

HUMILDAD Y FRATERNIDAD

Pero si algo tuvo claro Francisco es que la caridad y la pobreza plena, no se puede vivir sino hay de verdad una auténtica renovación de las relaciones humanas. Es preciso al amparo de la vivencia evangélica, derribar los muros del odio, del rencor, del orgullo del egoísmo. Destruir los muros de la indiferencia y del desprecio, que son los que en ocasiones hasta por tonterías, por auténticas tonterías, rompen familias, amistades y provocan guerras entre países. 

Francisco de Asís, es un enamorado de la Paz. Pero la Paz que predica el poverello de Asís, no se reduce a un estado de ánimo. Francisco es consciente de que la Paz efectiva y duradera, sólo se encuentra en el respeto de los derechos de todos, reconocidos e inscritos en una carta, un tratado o un protocolo de acuerdo muy común en aquellos años. 

Pero un mensaje de este tipo, está claro que no se transmite sólo con palabras, sino con obras. Con una sensibilidad y atención especial a las desdichas de los hombres. Al respecto, Francisco, tenía claro que ningún hombre por muy miserable que sea, es rechazado por Dios,  Sobre el perdón solía repetir una y otra vez: “El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo”.

Sin armas, sin guerras, sólo con obras y palabras. Solo con la proclamación del Evangelio,  Francisco  venció a las sectas y herejías que abundaban por el norte de Italia. 

Por desgracia, los obstáculos a la Paz los ponemos los propios hombres con nuestras envidias, egoísmos, orgullos, odios. Que fácil seria aplicar estas palabras que Francisco empleo en reiteradas ocasiones: “El Señor os ha perdonado, haced vosotros lo mismo”.

Esa tolerancia, ese respeto a las ideas y formas de pensar del otro, fue el que empleo Francisco en su encuentro con el Sultán de Egipto. Sobre este encuentro, dice Eloi Lecrec: “Los dos hombres hablaron largamente y más allá de las diferencias de religión y de raza, se habían apreciado uno a otro. Eso era mucho en plena cruzada, aun cuando ese gesto no tuvo incidencia inmediata sobre el curso de la historia.” 

Esto gesto, este talante de Paz del que hizo gala siempre San Francisco,  se convirtió en el saludo fraternal de los miembros de la orden. Es el mismo saludo con el que envió Jesús a sus discípulos antes de su Pasión y el mismo que utilizo el propio Jesús para saludar a sus Apóstoles tras su resurrección. 

Este espíritu de paz franciscana, fue el que sin duda inspiró a Salvador Domenech, para que combinando la historia con la ficción escribir para Crevillent unas Embajadas en las que no hay ni vencedores ni vencidos, sino pacifica convivencia entre los seguidores de la cruz y los de la media luna. 

Ese es nuestro Patrón, un hombre de Dios, entregado a recuperar el respeto y la dignidad de las personas, de un modo especial de las que menos tienen y las que más sufren, enamorado del Medio Ambiente, de la Naturaleza, capaz de llamar hermana hasta la misma muerte.

Este es San Francisco de Asís, como lo definió Eloy Le Crec: “Un hombre nuevo para una sociedad nueva”. Una sociedad la del siglo XXI que necesita beber de la fuente de Francisco de Asís, para cambiar su rumbo  en dirección al Bien Común.

Para Crevillent, es un lujo contar con dos Patrones como San Francisco de Asís y San Cayetano de Tienne, dos hombres que nadaron en la abundancia de la riqueza económica y que lo abandonaron todo para servir y devolver la dignidad a los que más lo necesitaban. 

Que San Francisco y San Cayetano con el auxilio de María, bajo la advocación del Rosario, con independencia de credos, ideologías y razas, nos iluminen y ayuden a todos a trabajar por un mundo más justo, más humano y más solidario, en que el respeto y la dignidad de las personas, esté por encima de todo lo material. 

 

JOSE VICENTE MAS ZAPLANA

Esta conferencia la terminé de preparar el 4 de Mayo de 2014, el 47 Aniversario de mi Primera Comunión.

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